Núria Lloansi es el nombre de la actriz que interpretó Jérôme Bel en Valencia.
Jérôme Bel es un espectáculo escrito y producido por Jérôme Bel. Se estrenó en el año 2021 y desde entonces se ha presentado más de un centenar de veces en numerosas ciudades del mundo. Hace pocos días lo vimos por primera vez en España, en la ciudad de Valencia, en el Festival 10 Sentidos.
Allí, Núria Lloansi se presenta a sí misma como Jérôme Bel, coreógrafo y padre de 56 años. Durante dos horas nos habla de su trabajo, desde el inicio hasta la fecha. Un trabajo que consiste en mirar más allá de los formatos establecidos de la danza y de lo que ya está preparado o interpretado para nosotros, como público pero también como artistas, dentro de una sociedad afectada por el consumo y el espectáculo. La propuesta es una fuente de referencias que abarcan más de 30 años de compromiso intelectual y afectivo con la danza, el espectáculo, la política, la filosofía, la ecología o muchos otros temas y cuestiones. Pero también es una invitación, para cualquiera de nosotros que quiera hacer una declaración significativa sobre el mundo, a que siga su ejemplo, a que profundice, a que divierta su mente, a que encuentre nuevas preguntas y otros comienzos.
Una forma de acercarnos a esta coreografía es entenderla desde lo que es necesario para poder hacerla. Cómo una obra de danza viaja de ciudad en ciudad pero, lo que es más significativo, viaja dentro de sí misma realizando un recorrido temporal para redescubrir su contenido. Núria presenta en orden cronológico una selección de obras con percepciones cambiantes, saltos de pensamiento y con una perspectiva crítica hacia su contexto y la vida contemporánea. La forma que une este recorrido crea una sensación de inconclusión transformando su contenido en una caja de herramientas para nuestra curiosidad intelectual. El paseo entre las descripciones de cada propuesta y la documentación visual de estas establecen nuevos espacios para el pensamiento crítico sobre la danza. El hilo conductor parte de la coreografía como herramienta de investigación y explora continuamente su posición ambigua en relación con la cultura pop, el espectáculo y el cuerpo. Las propuestas que vemos resisten actuando como una pieza de danza, en el sentido de que producen movimiento, no necesariamente físico pero sí imaginario, un movimiento de lo posible, de lo que normalmente pasa desapercibido o es dado por hecho.
Para los estudiantes y profesionales de la danza o del arte, como también para sus posibles colaboradores y públicos, trata de una cuestión sobre la danza expandida y su relación con su contexto cultural. Aquí, una de las contribuciones significativas de Jérôme Bel es el intento continuo de difuminar sus límites. Para él, la coreografía no es meramente componer unos pasos, es un acto creativo que desafía los significados hegemónicos para permitir nuevas interpretaciones sobre el cuerpo y el movimiento. En su obra reconoce las diferencias pero no las divisiones. Su lenguaje quiere llegar a cualquier persona, en el proceso de comprensión cada uno lo incorpora en su contexto social, cultural o histórico y lo hace suyo. Núria nos cuenta que esa actitud de tratar a todas por igual se nutre del libro El Maestro Ignorante de Jacques Rancière. Esta se convierte en su objetivo para crear una obra simple y, como él dice, para hacer un mundo mejor. Y si alguien, al ver sus obras, piensa lo evidente: esto lo puedo hacer yo también, por qué no; que lo haga. Por lo tanto, ir más allá de la expresión de una opinión preconcebida es asumir la responsabilidad como productor de sentido y en el caso del artista esto significa que ser coreógrafo es también ser padre y ciudadano y todo ello envuelto en una relación afectiva.
Como tal, el espectáculo propone ser algo más que una invitación a asistir a una interpretación en directo de la autobiografía de su autor. La obra inquieta al visitante en más de un sentido, uno de los cuales es el doble estatus de la biografía del artista como una selección de obras de danza y como el contenido didáctico de una ponencia. La respuesta a este enigma determina, en cierta medida, cómo utilizamos, interactuamos o incluso rechazamos el espectáculo (ya sea como pieza de danza o como colección de referencias). Por un lado, como espectáculo de danza, opera entre un hecho existencial y su aplicación creativa como construcción producida socialmente. Las descripciones que nos proporciona Núria ofrecen una lectura añadida a los videos que proyecta y diría que me recuerda la obra conceptual One and Three Chairs (1965) de Joseph Kosuth. Por otro lado, como ponencia académica, su estatus queda suspendido por la naturaleza condicional de su invitación, ya que no se trata de unas referencias que entren en la esfera pública como hecho y derecho sino como un gesto personal resultado de una propuesta escénica. Esta coexistencia de posibilidades contradictorias nos devuelve constantemente a la cuestión de nuestra relación con la obra. Hasta en momentos de escucha atenta, hay una inquietud de movimiento que refleja su puesta en escena mezclada con las risas o el ruido de la gente que decide abandonar el teatro y cuya salida Núria facilita aportando luz de público. Se crea así una actitud relajada y cómoda que quizás nos conduce hacia la autorreflexión o hacia cuestiones de compromiso y de agencia.
Este texto expone algunas de las sensaciones sobre lo que vi durante la presentación de Jérôme Bel en Valencia. Núria Lloansi, actriz y madre, entra en la escena como una más. De hecho, cortamos de golpe nuestra conversación con Raúl al verla sentarse en la mesa situada en el escenario. No hubo ningún cambio en la iluminación para anunciar su entrada, todo, como está descrito en la ficha técnica disponible en la página web de Jérôme Bel, se manipula desde la mesa en la que se sienta Núria. En el escenario vemos un ordenador, una mesa de luces y la botella de agua que trae consigo la actriz. El espectáculo empieza cuando Núria baja la luz de público y lanza la primera imagen proyectada en el fondo. Núria se encuentra entre los espectadores físicamente presentes en el teatro y Jérôme Bel, la figura que representa, y como tal tiene que responder durante las próximas dos horas. Ella está atenta a lo que sucede en las butacas y a la vez desde la mesa controla la presentación.
El autor de la obra decidió desde 2019 no viajar en avión, él y su compañía. Así, su propuesta está preparada para ser interpretada por una persona que vive en el país en el que se representa, en el idioma o uno de los idiomas oficiales de este. Por eso decidí titular este texto bajo el nombre de la persona que se presenta ante nosotros en carne y hueso. Además, la ficha técnica de la performance está disponible en la web tanto para esta obra como también para todas las obras creadas a partir de 2019. Este es un gesto que corresponde al compromiso del artista con la lucha contra el cambio climático y añade una capa más en la lectura que debemos hacer sobre la propuesta. Así que el montaje debe ser simple y sostenible, debe realizarse con lo que puede haber en cualquier teatro y producir un consumo de energía mínimo. Este gesto se puede apreciar en muchas de sus propuestas. Propuestas que se realizan con objetos cotidianos encontrados o camisetas estampadas con mensajes populares. Este formato simple permite al público reaccionar libremente y, como ejemplo, abandonar la sala si le parece, presentar una demanda (un espectador demandó al festival que programó una de las primeras obras, que también se titulaba Jérôme Bel – 1995, porque no era danza) o, sabiendo de qué va la obra, anticipar sus reacciones y sorprender con sus decisiones.
Núria cuenta que Jérôme Bel es, una vez más, el intento de presentar su última obra. El artista, nos dice, pensó lo mismo pero por otras razones cuando presentó The Show Must Go On (2001). Así que, si la propuesta autobiográfica de su autor fuera su última obra y con el propósito de contagiarnos, finalmente, y según confiesa él, se autocontagió. Así que, una conclusión sobre su carrera, o una obra final, acaba siendo el inicio de muchas ideas nuevas que decide no compartir con nosotros en este momento.
La performance ofrece ideas y perspectivas diversas que a veces sirven para volver a reflexionar sobre las mismas y, como las demás propuestas, tiene una actitud relajada y una puesta en escena simple que consigue cuestionar la autoría y abrir un hueco donde el espectador es capaz de intervenir en la creación de significado. Quizás esto sucede porque no se esconde detrás de la maquinaria de la caja negra o bajo la importancia de un marco formal impoluto. En este sentido, el espectáculo Jérôme Bel, a mi parecer, se acerca a la propuesta de Martha Rosler Library, la cual surgió como solución a la falta de espacio que tenía la artista estadounidense para guardar sus libros. Aquí, los materiales cotidianos, como estanterías, mesas y sillas que componen el espacio, son capaces de ordenar y disponer sus libros lejos de una estética institucional y rígida, proporcionando mientras un lugar libre para la imaginación y la agitación de sus ideas. Finalmente, más importante que los compromisos y las decisiones personales que estos conllevan es la capacidad de crear un espacio autónomo que sea hábil para responder al contexto y al marco institucional bajo el cual se presenta y que muchas veces no comparte las mismas prácticas o compromisos.
Aris Spentsas