
Sara Manubens estrena Symphony of Horror en el Festival TNT el 4 de octubre. Artista, pedagoga e investigadora fundamental en la escena peninsular, ya deslumbró con Symphony of The Seas, uno de los solos más emocionantes del último lustro. Ahora suma a su equipo a Norma Pérez en la creación y en escena, Feli Cabrera al sonido, Lui L’abbate al la luz, mirada externa de Carolina Campos y vestuario de Mr Gorgeous.
Además de estrenar Symphony of Horror, este otoño presentas Symphony of The Seas en el Mercat de les Flors dentro del ciclo Hacer Historias(s) IV, formas parte del equipo curatorial de la exposición Sense esquerda no hi ha punt de llum en Arts Santa Mònica, has empezado el máster en DAS Choreography… ¿En qué momento llega al estreno de Symphony of Horror?
He esperado mucho a que llegara este estreno, que se ha ido aplazando por diferentes cuestiones. También decir que llevo aplicando al TNT desde 2017. Después de muchos años, hemos conseguido 10000€. Es la primera coproducción que hacemos con Norma Pérez. Estamos muy contentas y queremos aprovechar la oportunidad, presentar el material, y entender cómo nos relacionamos con lo que se supone una producción así para un teatro dentro en el marco de un festival. Son cosas muy violentas todo el rato, así que estamos entendiendo cómo ubicarnos.
En una entrevista publicada en Teatron hace dos años que te hizo Carmen Aldama, decías que Symphony son dos cosas, «un proyecto de largo recorrido que tiene como objetivo poner las narrativas travestis en el centro de la creación contemporánea(..). Y Symphony soy yo: no me gusta decir que es un alter ego, no me gusta decir que es un personaje, un personaje drag o un doble; prefiero pensar que es un yo situado entre el personaje y la persona, entre lo que es casi verdad y lo que todavía es mentira». ¿Cómo se relacionan Symphony of The Seas y Symphony of Horror? ¿Cómo ha ido cambiando Symphony este tiempo?
Symphony of Horror confirma la serialidad o la secuencia en el trabajo. En esta segunda obra hemos trabajado con un lenguaje que ya estaba en la otra, introduciendo preguntas que no se resolvieron en el anterior proyecto. Al mismo tiempo, hemos avanzado haciendo una propuesta diferente. Vamos al riesgo con ello, a ver qué preguntas saldrán para la siguiente.
Estoy trabajando con lo que nos pasa la vida de una forma bastante directa y literal. No concibo una práctica travesti que no esté ultra conectada con la vida, entonces esta idea de serialidad viene de ir traduciendo lo que está pasando en la vida, no solo a mí, también a otras compañeras, fruto de conversaciones, de experiencias juntas… Vas estando afectada por algo muy específico en relación con la vida travesti y estas preguntas van cambiando. Y mientras voy cambiando de preguntas voy cambiando también de proyecto. Lo que pasa es que yo también voy avanzando en la transición, y el compromiso con el cuerpo, la relación con el cuerpo, también va madurando. Empecé sola, ahora somos dos, veremos en la tercera si seremos tres. Hay una preocupación en el trabajo con el cuerpo en general, que se lleva todo el tiempo, es obsesivo y es endemoniado. Todo el trabajo de fiscalidad necesita mucha atención, pero ya estamos trabajando en la capa coreográfica, y en que las operaciones que ocurren en el cuerpo ocurran también en la capa coreográfica, y de ahíir sumando capas.
¿Cómo describirías el lenguaje escénico de Symphony? ¿Cómo son esas operaciones dancísticas y coreográficas?
Las operaciones coreográficas serían intentar llevar las preguntas en el espacio y en el tiempo, lanzarlas fuera de cuerpo, y generar a su vez operaciones que hablen de esas preguntas. Es un lenguaje. Al final hay una parte muy importante que parte de un lugar muy personal, como que te sale solo hacer. Porque te sale de una. Entonces es muy difícil estudiar eso. Es un pulso, te sale solo. El lenguaje que estoy trabajando es una mezcla entre eso y cosas que nos unen con las demás.
Sobre los principios escénicos de Symphony, cuentas que fueron importantes largas residencias en Graner o La Poderosa, en las que fuiste haciendo pruebas, y de cuyo «proceso creativo puedo decir que fue muy irreverente, muy rebelde, no hubo nunca una metodología clara. La metodología era ponerse la peluca, los tacones y estar por el espacio, eso es lo que activaba la perfo y la investigación. Fruto de habitar esos objetos y estar en ellos, de una manera muy caótica, fueron apareciendo situaciones que yo iba ficcionando en una búsqueda de los conflictos que hay alrededor del cuerpo travesti». Te quería preguntar por tu modo de ensayar, por ese tiempo de pruebas, por el perder el tiempo y del no saber para hacer escena.
Estuve un año en La Poderosa de Plaza España con pelucas, ropas y un micrófono. Casi no hablaba, fue muy difícil entrar ahí. Hacía números y los dibujaba en una viñeta con un número y un título. Luego intentaba poner en pie la viñeta, aunque fuera difícil porque eran enunciados muy abstractos. De ahí fue saliendo un repertorio. Estar perdida fue fundamental y todavía lo estoy. En Symphony of Horror hay un número que se llama «el número desconocido», en el que no sabemos qué vamos a hacer, pero que es muy importante que esté. Cuando estamos en el no saber es tan maravilloso y tan bonito lo que se ve desde fuera… tenemos que no saber.
Para muchas personas, Symphony of The Seas ha sido uno de los trabajos más interesantes de los últimos años. Llama la atención las pocas funciones que has hecho. ¿Cómo lo vives?
Ya dejé de sentirme frustrada, acepto que es así y entiendo que no todas estamos en el mismo lugar. Hay gente que tiene muchos bolos y por esa gente nosotras no tenemos tantos. Tampoco estoy tan segura de que el sistema de bolos sea el sistema para mí. No creo que una tenga que estar petada de bolos, pero creo que es una pena que el trabajo no se vea y que se vean otras cosas. Pero ya no lo personalizo, entiendo que muchas estamos en este lugar y en particular un tipo de trabajos que vienen de unas metodologías de entender la coreografía muy específicas que están muriendo en muchos lugares, no sólo en España. Ahora que estoy Ámsterdam, aquí también se habla. Cada vez van dando menos hasta que no quede nada. Ahora ha salido un nuevo bolo de Symphony of The Seas en el Mercat de les Flors gracias a Las Poderosas. Por lo menos, todos los bolos que salen son fruto del amor con las estructuras, y si es así pues lo prefiero a un fast food.

Más que de personajes, has dicho que prefieres hablar de “imágenes o prototipos, o incluso de arquetipos”. Symphony of Horror propone «una revisión en clave queer y trans-travesti del mito de Nosferatu, partiendo de cómo el cine de terror ha construido la figura de la vampira como un tipo de cuerpo LGTBIQ+. ¿Cómo habéis trabajado el arquetipo de la vampira en esta obra?
Todo empieza con Nosferatu. Hace mucho tiempo hice un taller con Olga Mesa en La Caldera. Una noche de esa semana, cuando me estaba casi durmiendo, me desperté y dije: «Nosferatu», y lo escribí en un papel. Al día siguiente se lo conté a Olga y me dijo que tenía que ponerme con eso. Poco a poco fue gestándose la idea, y entonces entendí que sí, que Nosferatu tenía mucho que ver con nosotras. También yo tenía ganas de trabajar con el lenguaje fílmico del terror, que ya aparecía en Symphony of The Seas. Y entonces me parecía guay trabajar sobre la primera película de vampiros de la historia del cine, entenderlo también desde otro lugar, más conectado con la literatura, y con el artificio teatral que es el cine de mudo.
Después del approach a la figura del vampiro, de verme todas las películas de vampiros, llegué a Vampyros Lesbos de Jess Franco, que tiene tonos más eróticos y lésbicos, aparecen ya la rubia y la morena… Y, de repente, me crucé con el libro Carmilla, de 1872, previa al Drácula de Bram Stoker, que es la primera novela de vampiras, y son dos vampiras lesbianas. Entonces pensamos que igual no estábamos haciendo Nosferatu, sino Carmilla. Y en ese momento entra una tercera película que es Vampir–Cuadecuc de Joan Brosa y Pere Portabella, que es una película preciosa e increíble, en la que se van a grabar cómo se rueda la versión española de Drácula, así que vampirizan la película. Se metieron por el plató, escondidos entre la escenografía, y empezaron a grabar. Así que ves a los actrices actuando, tiradas en la cama a descansar, bebiendo agua maquilladas…
Pusimos en juego estos referentes con todo el curro de base que hice previamente, que Norma ha hecho por su cuenta, y que también luego hemos hecho juntas en varios momentos de los últimos años. El arquetipo con el que estamos trabajando ahora era un poco entre la asesina o verduga y la víctima. Transitamos el abanico entre el «te voy a comer» y el «ay que me comes». Pero si algo hacemos en la pieza, es poco a poco ir desmontando el personaje.
Precisamente, te quería preguntar por las múltiples capas al desmontar los arquetipos y personajes en Symphony of Horror, en relación a un pasaje lúcido en tu publicación La performatividad travesti (en colaboración con Bruna Kury y Feli Cabrera):
«Hoy he soñado que podía travestirme al revés. Había una manera. Pero no era desmontar, era una extraña operación a través de la luz.
Retroceder puede añadir capas, puede sumar, puede transmutar hacia atrás. No concibo un travestismo que no retroceda. Los salmones que nadan contracorriente también retroceden y miran hacia atrás. Porque quizás sienten curiosidad por saber qué hay al principio del río, cuál es la fuente original, si es que realmente la hay.
La primera-última sabe que el travestismo y su representación fueron una vez la columna vertebral del mundo. Y era un mundo de camuflaje, un mundo de reflejos y espejismos, un mundo de tránsitos de luz, un mundo de flujos y fluidos y poderes transformadores. Un mundo entre lo alto y lo bajo, un mundo de aire que se lleva las cosas y te deja pensando, quieto, observando el curso de un río que se vuelve gris porque el cielo está nublado. Y cuando empiece a llover, no sabremos si el cielo y el río se encuentran por primera o segunda vez. Y cuando eso suceda, habremos retrocedido lo suficiente como para poder travestirnos solo bajo la luz del sol».
Cuando empecé a tomar hormonas, ya hace unos cuantos años, empecé también a preguntarme qué hay más allá de la peluca, que fue la pregunta que empezó a desencadenar todo esto. En esta obra nos interesaba y proponemos un recorrido escénico de la drag a la travesti. Nos preguntamos mucho qué hay debajo, qué hay debajo de la peluca, qué hay debajo del maquillaje, qué hay debajo del disfraz. Y si lo que hay debajo es todavía otra peluca, otro maquillaje y otro disfraz. O no, y es tan real o tan mentira como la peluca y el disfraz. Y en relación al texto, sí, tiene que ver con eso, con que en realidad somos travestis sin tener que hacer mucho más. Hay un punto en el que una se quiere liberar un poco de la tecnología travesti. ¿Seremos capaces de travestirnos solamente con la luz? Sería maravilloso. No sé si lo conseguimos en escena, pero sí queremos proponer un recorrido que tiene que ver con el deshacer, no con el sumar, no tiene que ver con añadir, es al revés, tiene que ver con ir deshaciendo. Todo esto es todavía una pregunta abierta.
En La performatividad travesti, también escribes que «un cuerpo travesti no cabe en las dimensiones de un teatro. La relación es prácticamente imposible. La travestis choca, se precipita, impacta. Agota los vértices y las esquinas, subvierte la arquitectura con un contraesquema, una contraanatomía». Symphony of The Seas se ha presentado en diversos espacios, desde una black box a un museo o al aire libre, pero Symphony of Horror va a estrenarse directamente en el Teatro Principal de Terrassa. ¿Cómo está siendo el trabajo para esta maquinaria escénica tan significada?
Siempre hay un desborde y una imposibilidad. También, a veces no tenemos otra opción que aceptar el medio teatral porque no te dejan hacer otras cosas. Pero nosotras está claro que vamos desbordar ese medio de alguna manera, aunque no se el gran desborde, y sea en términos de presencia, arquitectónicos o espaciales. Hay una tensión en el teatro, y hay una tensión con el espacio teatral en relación al cuerpo travesti, por la tecnología de la mirada. Y porque tú sabes que mientras estás preformando, la mitad de los espectadores por lo menos estarán teniendo pensamientos tránsfobos, lo sepan o no lo sepan, te están mirando a ver si estás o no estás hormonada, te miran el paquete, se estarán preguntando cómo follas… todo mientras tú estás haciendo tu trabajo. Entonces ya hay una relación de conflicto que se traduce en el espacio mismo de representación.
Para este montaje nos está costando hacer estas transgresiones, ahora mismo estamos en pelea con esto, porque los técnicos a veces se creen que tienen más poder de decisión que las creadoras. Igualmente, para esta ocasión, aunque estamos dentro del espacio teatral, no estamos a la italiana, la propuesta es circular. Hubo un momento de crisis también con la frontalidad, ya que parecía teatro contemporáneo convencional. Así que al rodearnos con el público, realmente es una situación incómoda, nosotras estamos incómodas, el público está incómodo, y nosotros estamos muy expuestas, estaremos rodeadas de personas. Es la primera vez que hago esta configuración, a ver qué pasa, pero sí hay ya un cambio que permite otras atenciones, y una arquitectura en la que la gente se vea, ya no es una atención frontal, es una atención más circular. A ver qué incomodidades produce.
Además de tomar forma de obras escénicas, tus investigaciones también se despliegan a través de la pedagogía, la mediación o la escritura…
Para mí cada vez son más importantes estos ejercicios de transmisión o mediación. No nos podemos quedar las investigaciones para nosotras o para nuestros círculos. No me gusta la palabra, pero hay que expandir lo que aprendemos, lo que encontramos, y que forme parte de más personas. Por eso la publicación de La performatividad travesti, que salga de mí y vaya para otro lugares. Siempre he defendido que un proyecto artístico es un proyecto que podría durar tres o cuatro años, porque es una investigación que suda a diferentes objetos. Hay piezas y hay performance, pero también hay prácticas, hay talleres, hay textos, hay vídeos… hay muchas maneras de que la investigación tenga diferentes formatos para aprender a comunicar, para no quedarte sola en el estudio haciendo tu cosa, que está bien pero hay que buscar maneras de hacer puentes para involucrar a más gente. Después de la crisis de los educativos ya casi no hago, porque es más difícil hacer educativos desde esta posición, y me pasé más a las adultas. El taller de Las transiciones está funcionando muy bien, sobre todo con estudiantes de artes escénicas que empiezan a curiosear. Hay un cambio generacional, hay otras personas que están entrando en contacto con estos materiales que vienen de otros lugares, que también están en sus procesos personales. Se van generando comunidades, pasó con las adolescentes en el otro proyecto, y en este está pasando con personas más jóvenas que estudiando y vienen de las disidencias.

Has comentado que Symphony «tiene que ver con defender una posición en el mundo, con defender a las que son como yo, con relacionarme en el mundo de una manera más trans, y que este trabajo performativo me ha devuelto sobre todo la claridad en estas posibilidades». ¿Qué vinculaciones se han tejido alrededor de Symphony of Horror?
En este caso ha sido claramente con la Norma. Esta práctica y esta obra es posible porque con Norma llevamos colaborando tres años, y fruto de tres años de intercambio hoy podemos estar haciendo esto. Han sido años de compartir pinceles, de compartir maquillaje, rulos, de hablar toda una tarde de cómo rizar una peluca. Incluso nos hemos copiado números de alguna manera, en plan «¿Te copió este trozo de tu número?» «Vale, pues yo te copio este». Entonces ha habido una práctica de intercambio real y la pieza va de eso.
Después de una crisis de colectividad, ha sido un acto muy reparador. Es muy difícil construir crear y mantener una colectividad a largo plazo, y cuando los cuerpos son cuerpos estéricos es más difícil todavía. Nos quedamos muy tristes y decidimos seguir las dos tranquilas en este proyecto. Sí, construimos comunidad alrededor de esto, que somos nosotras y nuestras amigas que van a venir.
Si bien Symphony of Horror parece enfocar al género de terror, Symphony en general irradia humor sensible, político e inteligente. Symphony crea incomodidad pero también está a gustísimo. Muestra las violencias al mismo tiempo que genera ternura. ¿Cuáles son los estados afectivos de este trabajo?
Symphony of Horror específicamente es muy de risa. Llegó un momento en que todo era solo risa, que intentábamos hacer un momento más dramático, más serio y no podíamos, y tuvimos algo de miedo de ser superficiales. La parodia de la parodia fue fundamental para la construcción del lenguaje de Symphony. En la parodia de la parodia de la parodia se encuentra la verdad, no sé cómo, pero ocurre, y en eso jugamos todo el rato. Y también entrando y saliendo de la parodia misma. Al final todo esto genera estados emocionales para nosotras y para los espectadores, y esta es la práctica base.
En Symphony of Horror nos dimos cuenta de que estaba todo en tono de comedia, y que nosotras sí pasábamos por distintos estados emocionales, pero la espectadora no. Y ahí estuvimos pensando mucho cómo nos relacionábamos con esto, si teníamos que ser más dramáticas en algún momento, hacer una historia muy triste o hablar de las desgracias. Hay otras personas trans en el equipo, y tuvimos una conversación con Lui, que está en las luces o Feli, que está con el sonido, sobre lo que se espera de nosotras. Pues se espera un testimonio desgarrador, que salgamos a decir las verdades y a colocar a la gente en su sitio para que luego tengan la sensación de que han aprendido algo, se espera que tenemos que usar los dramas de nuestra vida diaria porque si no de otra cosa no podemos hablar. A las travestis nos ves por la calle, y estamos riendo y la liamos, pero si rascas empieza a salir la mierda. Pero la mierda, mierda, que la vida es una mierda.
A nosotras nos dejó Teresa, que estaba en este proyecto. Ella era la pareja vampírica al principio y se suicidó hace un año. Por eso también esta pieza va sobre la amistad. Así que, cómo no vamos a ir a un teatro y nos vamos a partir de risa. Cómo no nos vamos a reír hasta que no podamos más. Y si esto es un acto reparador, que sea una actor reparador para nosotras. Y que el público se ría, lo pase bien y salga frustrado porque no ha encontrado el drama y el dolor travesti, da igual, porque lo que importa es que esto es un acto reparador para nosotras, para la comunidad, porque las travestis también tienen derecho a ir al teatro a ver a una compañera haciendo algo y morirse de la risa, y estamos apostando por esto como acto político en esta pieza.
Dices que «el minimalismo es un privilegio» y que «la escena travesti está plagada de barroquismos y son bienvenidos y es algo que atenta directamente al corazón de la danza y de las artes vivas europeas conceptuales. Por eso, el arte travesti no ha estado nunca vinculado a sistemas de representación oficial del arte». ¿Qué tipos de tensiones y diálogos encuentras con tu práctica artística en la creación experimental?
La gente no tiene idea de quiénes somos, de qué trabajamos, si somo listas, somos tontas, si sabemos lo que hacemos, si venimos de un puticlub o de casa, entonces una tiene que estar defendiendo todo el rato su trabajo. No es que sea barroca, es que necesito traer muchos elementos conmigo. Yo emocionalmente soy muy barroca, me desbordo en escena, y es la única manera que tengo de hacerlo. Y eso, en arte contemporáneo, no gusta. Nosotras venimos de una danza muy conceptual, de aprender con grandes coreógrafas que me han enseñado todo, pero que también han tenido comentarios tránsfobos y homófobos en el trabajo, desde el «menos es más» o «que no se te note tanto»… Ahí hay un cambio de paradigma que hay que provocar. Así que sí, queremos decir no al minimalismo, que entren otras cosas en juego, y que las personas del arte empiecen a entender.
¿Qué deseas para el estreno de Symphony of Horror en el Festival TNT?
Me apetece que vengan muchas personas y que se llene el teatro. Noo sabemos cuándo se va a volver a repetir, igual no volvemos a hacerlo hasta 2037. Y sobre todo que la gente se pueda emocionar con nosotras.
Fernando Gandasegui
Imágenes de Victorano Moreno y Rafael Frazão














































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Gerhard Richter, une pièce pour le théâtre. Imagen: Anne van Aerschot.














































































