Resistir la llanura

Rondando la luna llena del mes de noviembre y sus mareas vivas, comenzó la segunda semana de Hacer Historia(s) vol. VI, curado por Bea Fernández y Mónica Muntaner. Acontecimiento que esta vez se desplazó del Mercat de les Flors y se dio cita en diferentes espacios de la ciudad: Antic Teatre, La Caldera, Macba y, por supuesto: la playa.

La semana comenzó con Especies en Extinción, grupo de trabajo que aborda la problemática de la conservación, la supervivencia y la sostenibilidad de las prácticas en el ámbito de las artes escénicas expandidas, integrado por María Jerez, Cuqui Jerez, Anto Rodríguez, Óscar Bueno, Louana Gentner, Selina Blasco, Lila Insúa, Silvia Zayas, Javi Cruz y Javier Pérez Iglesias. Además de la sesiones de trabajo cerradas que mantuvieron por las mañanas en La Caldera, hubieron dos sesiones de trabajo abiertas al público y propusieron dos piezas escénicas que no pude ver, pero que me hubiera encantado presenciar, porque estoy segura de que están llenas de la sensibilidad y ternura que necesitan los tiempos que corren: Vientos (naked) de Óscar Bueno, con quien comenzó la semana, el día miércoles en el Antic Teatre y _Pluma de Anto Rodríguez, ya hacia el final del ciclo, el sábado en La Caldera.

Yo solo pude asistir a las sesiones de trabajo abiertas no solo para adultas, también para les niñes. La primera, el jueves en La Caldera, en la que, mientras conversábamos a partir de algunas preguntas que se lanzaron, cosimos con retazos de telas y sábanas una manta gigante que nos acompañaría a la sesión del viernes en la playa. El espacio de pensamiento que generaron fue muy jovial, reivindicando que el pensamiento no se hace solo. Y que si bien no nos hemos encontrado, aún, con el cómo solucionar la situación, nos ha servido para darnos cuenta de que la crisis existencial en relación a las artes vivas, que cada una a nivel personal puede estar viviendo, es una sensación colectiva; y es que a veces las redes sociales, las conversaciones del día a día, pueden disimularlo. Pero ahí estamos todas con la angustia por el futuro, la pregunta constante del para qué hacer lo que hacemos, conviviendo con la precariedad, las condiciones de trabajo, el tiempo secuestrado y las ganas de abandonarlo todo. Pero sobre todo estos encuentros me han dejado con la grata sensación, nada nuevo, pero sí un recordatorio, y es que, en el arte, no sé si será cosa del ego pero se nos olvida que en colectivo, probando nuevas relaciones, preguntándonos cuáles son las operaciones para transformar nuestros mundos, podríamos sorprendernos con metodologías y estrategias para la supervivencia. Porque al final estamos aquí, seguimos aquí e insistimos desde aquí para vincularnos y porque nos brota desde lo más visceral.

El jueves, después de la primera sesión con Especies en extinción, algunas nos fuimos hacia el MACBA a ver el trabajo de la bailarina, coreógrafa y académica palestina Farah Saleh: Balfour Reparations, una conferencia performática que plantea en un inicio la reparación de la declaración que se considera sentó las bases del conflicto árabe – israelí. Nos encontramos con un espacio bastante formal, no sé si el contraste con la situación de la que veníamos de costura y conversación lo hizo más evidente. Entre el público hay caras conocidas y muchos, muchos extranjeros. Farah está vestida de graduada universitaria, nos recibe en la puerta de la sala. Antes de sentarnos nos dan una hoja con el texto base de la pieza, escrito por Saleh simulando al primer ministro y fechado con la fecha del día, 6 de noviembre de 2025, que comienza así: Como país comprometido con afrontar su legado colonial, el Reino Unido, reconoce su obligación de pedir perdón al pueblo palestino por la Declaración de Balfour de 1917.

El texto y la obra continúan en ese tono. El texto es leído por diferentes personas del público que se prestan a leerlo en el idioma que mejor les sienta. Mientras el texto se va leyendo, Farah lo baila con gestos, en un espacio reducido, más académico que teatral. Y yo me pregunto, entonces, si todas las palabras pueden bailarse.

Más tarde entiendo que en realidad estamos habitando el año 2045, 20 años después, y que formamos parte del comité de reparaciones que reflexiona sobre esta carta emitida en 2025. Una vez más invocando el imaginario colectivo, combinando imágenes y documentos de archivo con ficciones futuras que nos hagan reflexionar sobre la rendición de cuentas, la justicia… a partir de este presente terrorífico que vive el pueblo palestino; y a su vez, el mundo entero. Farah nos invita a participar, a proponer reparaciones, algunes se animan con algo de timidez. Tal vez, hay algo en la pieza que me parece ligero o muy intelectualizado para lo que realmente atraviesa nuestras carnes y ni hablar de los cuerpos palestinos. Me genera un poco de distancia.

Al final hay una conversación, alguien del público reflexiona sobre la elegancia de la pieza, le pregunta si no necesitaba romperlo todo con la que está cayendo. Ella tiene su respuesta, tiene muy clara su propuesta, el dispositivo, y nos insiste, algo evidente, pero por si quedó alguna duda, en que todo lo que se propone ahí es ironía pura. Aun así esa pregunta se queda resonando y siempre se agradece volver a casa con reflexiones después de ver algo.

Y mi Hacer Historia(s) vol. VI, digo el mío porque el de los demás continuó un poco más, terminó el sábado en el Antic Teatre con la pieza de la portuguesa Márcia Lança: Cavala. Cuando entramos al espacio, Márcia se sigue preparando: arreglándose el vestuario, maquillándose, y así, con esa misma actitud de lo cotidiano, de lo doméstico pero con un toque ácido, la performance se va desarrollando. En la pieza hay una acción continua: tirar del hilo, tirar de un hilo blanco, tirar de metros y metros de un hilo blanco, tirar de metros y metros de un hilo blanco que sale de su vagina, del cual sigue tirando hasta cuando recibe los aplausos, hasta cuando termina y se va al camerino. Y si es que en algún momento se termina ese hilo, cuándo se termina, cuántos metros de hilo hay ahí adentro… nos queda la duda. Ese hilo representa tal vez al cordón umbilical, tal vez el hilo infinito de la maternidad. Mientras permanece esta acción continua, aparecen otras acciones intermitentes que la mantienen muy ocupada. Proyectar fotos absurdas del caos de la vida doméstica, intentos de hacer música, de construir imágenes en vivo saturadas de objetos y situaciones. El tono de la pieza cambia de repente, ahora nos habla a nosotras e invoca la palabra espectacular. Nos hace unos trucos de magia, no tan impactantes como el del hilo blanco pero sí muy resultones; sobre todo por la manera en la que se compone esta escena. Y es que si hay algo que se nota que Márcia domina es la composición.

Los campos de la imaginación que consigue activar poniendo en contacto elementos que parecen nunca haberse encontrado funcionan muy bien. Lança experimenta, una experimentación que ya pocas veces me toca apreciar en escena y que cuando aparece resulta muy grato de ver.

Me voy contenta y siento un alivio de haberme encontrado con algo así después de haber cruzado Plaza Catalunya con una multitud con energía prenavideña saturando el espacio público y el espacio onírico. Tal vez sí, tal vez aún se pueden introducir otros mundos. Gracias a La Poderosa por su insistir, por su escapar del agotamiento abriendo posibilidades. Por darle lugar a lo que muchas veces no lo tiene.

Bea y Mónica: toda nuestra admiración.

Anabella Pareja Robinson

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Una Respuesta a Resistir la llanura

  1. Bea dijo:

    Gracias de corazón por esta crónica tan generosa
    Este Hacer historia(s) ha sido un viajazo espectacular!!!
    Estamos muy contentas.
    Gracias Anabella y gracias Teatrón por el espacio!!

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