BOLIVAR LOOPS

Unas latas gigantes abandonadas. Gotea petróleo autóctono de la primera reserva mundial, gotea en la misma tierra de la que brota alguna orquídea en peligro de extinción. Sólo hay que levantar la mano y coger un mango, si es que tienes hambre, en una tierra donde crece todo, tan inundada por el monzón como por la música omnipresente. Desierto, montaña, caribe y amazonas a medio ocupar por un crisol de colonos, mezclándose y matándose en desenfrenado mestizaje con una infinidad de culturas indígenas, mientras samanes gigantes destrozan casas coloniales con sus raíces. Creación y destrucción en ciclos acelerados: la vida es tan exuberante que la muerte no puede sino abrirse paso con la misma intensidad, en una sensación de tiempo suspendido que ilustra como en ninguna parte del mundo la idea de fiesta. Llenar un depósito de gasolina vale menos que una cerveza. ¿De veras es posible estatalizar el paraíso?